14 octubre 2006

La otra mujer (anónimo)

Después de 21 años de matrimonio, descubrí una nueva manera de mantener viva la chispa del amor. Desde hace poco había comenzado a salir con otra mujer, en realidad había sido idea de mi esposa.
- Tu sabes que la amas
- me dijo un día, tomándome por sorpresa-. La vida es demasiado corta debes dedicarla tiempo.
- Pero yo te amo a ti- proteste.
- Lo se. Pero también la amas a ella.
La otra mujer, a quien mi esposa quería que yo visitara, era mi madre, que era viuda desde hacia 19 años, pero las exigencias de mi trabajo y mis 3 hijos hacían que solo la visitara ocasionalmente. Esa noche la llame para invitarla a cenar y al cine.
- ¿Que te ocurre? ¿Estas bien? me pregunto mi madre; ella es el tipo de mujer que una llamada tarde en la noche, o una invitación sorpresiva es indicio de malas noticias.
- Creí que seria agradable pasar algún tiempo contigo, los dos solos -le respondí-
Reflexiono sobre ello un momento. -Me agradaría muchísimo.-dijo.
Ese viernes mientras conducía para recogerla después del trabajo, me encontraba algo nervioso, era el nerviosismo que antecede a una cita... y , cuando llegue a su casa, advertí que ella también estaba muy emocionada con nuestra cita. Me esperaba en la puerta con su abrigo puesto, se había rizado el cabello y usaba el vestido con que celebro su último aniversario de boda, su rostro sonreía e irradiaba luz como un ángel.
- Les dije a mis amigas que iba a salir con mi hijo, y se mostraron muy impresionadas -me comento mientras subía a mi auto-. No pueden esperar a mañana para escuchara acerca de nuestra velada.
Fuimos a un restaurante no muy elegante, pero si acogedor, mi madre se aferró a mi brazo como si fuera "La primera dama".
Cuando nos sentamos, tuve que leerle el menú. Sus ojos solo veían grandes figuras.
Cuando iba por la mitad de las entradas, levante la vista; mama estaba sentada al otro lado de la mesa, y me miraba.
Una sonrisa nostálgica se le delineaba en los labios.
- Era yo quien leía el menú cuando eras pequeño - me dijo.
- Entonces es hora de que te relajes y me permitas devolverte el favor -respondí.
Durante la cena tuvimos una agradable conversación; nada extraordinario, solo ponernos al día con la vida del otro. Hablamos tanto que nos perdimos el cine.
- Saldré contigo otra vez, pero solo si me dejas invitar - dijo mi madre cuando la lleve a casa.
- Asentí.
- ¿Como estuvo tu cita? - quiso saber mi esposa cuando llegue aquella noche.
- Muy agradable... mucho mas de lo que imagine... -Conteste.
Días más tarde mi madre murió de un infarto, todo fue tan rápido, no pude hacer nada.
Al poco tiempo recibí un sobre con copia de un cheque del restaurante donde habíamos cenado mi madre y yo, y una nota que decía:
“La cena la pague por anticipado, estaba casi segura de que no podría estar allí, pero igual pague dos menús, uno para ti y el otro para tu esposa; jamás podrás entender lo que aquella noche significo para mi. Te quiero hijo".
En ese momento comprendí la importancia de decir a tiempo: "TE QUIERO" y de darles a nuestros seres queridos el espacio que se merecen; nada en la vida será mas importante que Dios y tu familia, dales tiempo, porque ellos no pueden esperar.

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